Quito, 14 de julio del 2016
CIRCULAR DE HNA. MARIA FLORENCIA QUEZADA ASTUDILLO
El día 14 de julio del 2016 a las 3 de la madrugada, después de unos días de mucho dolor y sufrimiento, nuestra querida hermana entregó su alma en las manos del Padre.
Florencia Quezada Astudillo, nació el 30 de mayo de 1924 en Girón-Provincia del Azuay – Ecuador. Hija de un hogar muy cristiano, sus padres fueron los educadores de la fe. Florencita recordaba que su madre le enseñó a rezar y fue ella misma quién le preparó para su Primera Comunión.
Fue catequista y deseaba entrar a la vida religiosa, el párroco que conocía la Congregación de los Sagrados Corazones, le encausó a esta familia.
Inició su postulantado en Cuenca el 18 de julio de 1940, su noviciado el 2 de febrero de 1941 en Rumipamba, la profesión temporal el 6 de enero de 1943 y la profesión perpetua el 30 de abril de 1946, también en Rumipamba.
Durante su vida religiosa tuvo diversas obediencias, se dedicó a la tarea educativa y a la evangelización en los distintos Colegios, Escuelas y Obras Sociales de los SS.CC. en el Ecuador; estuvo también en Medellín-Colombia y en Brasil, donde mostró la alegría de su servicio y el encanto de su personalidad.
Su alegría era inmensa en la preparación de las niñas a la Primera Comunión. De alguna manera, ella evangelizaba, también, a los padres de las niñas, sea visitándoles en sus casas o en el mismo Centro Educativo; muchos de ellos agradecieron el haber vuelto a la fe, gracias a su actitud de cariño y cercanía.
Fue excelente maestra inculcando valores para una sana convivencia en la escuela, el hogar y en la sociedad. De modo especial, inculcaba el amor a la Eucaristía y la Adoración. Cuántas veces sorprendía a los padres de familia invitándoles a hacer un momento de adoración después de terminar las sesiones de padres.
Desde el 2012 estuvo en Cuenca, con su salud quebrantada; sin embargo, en el momento del recreo no dejaba de rodearse de las niñas más pequeñas del Colegio y cuando el tiempo le permitía les invitaba hacer una visita al Santísimo Sacramento.
En enero del 2016, la comunidad de San José tuvo el regalo de su presencia, allí vivió el último año de su vida, con mucha sencillez y fidelidad a su consagración; su alegría lo mostraba tarareando canciones a Jesús y a María, se sentía amada por Dios y por sus hermanas, por eso se mantenía en paz y con su corazón feliz de seguir sirviendo al Señor, tanto en el dolor como en la quietud.
Su actitud en la enfermería fue ejemplar, nunca encontró nada mal, todo estaba bien, especialmente el cariño de que era objeto.
Las hermanas de la Comunidad de San José, les pedimos dar gracias a Dios por esta vida llena de amor y dedicada a dar gloria a los Sagrados Corazones.
Gloria Ortiz B., ss.cc.
y Hnas. Comunidad de San José